Sunday, December 12, 2010

La última reunión




Cuando estaba en la universidad, yo tenía dos tíos que en pocas semanas de uno al otro fueron diagnosticados con cáncer de páncreas. Uno de ellos estaba tan enfermo que me las arreglé para salir de clases por una semana. Mis profesores fueron muy complacientes y tuve la oportunidad de completar sus tareas antes de irme.

Manejé 8 horas en mi viejo coche para llegar a casa de mis padres. Yo los recogí y nos llevó otras 4 horas en coche para llegar a la casa de mi tío. Yo estaba muy nervioso por cómo iba a reaccionar. Yo no quería sentirme triste y quería ser capaz de disfrutar de mi última vez con él.

Cuando llegamos, yo estaba muy sorprendido por lo fácil que era. Él se estaba riendo, hablando de los planes, y hablando de un futuro que todos sabíamos que no iba a pasar pero fue su positividad y vitalidad que hizo que fuera fácil.

También habló de la gravedad de su cáncer. El crecimiento ha comenzado a bloquear la arteria que alimenta la parte inferior de su cuerpo y los médicos habían comenzado a amputar los dedos de su pie derecho. Tenía una leve cojera al caminar sobre ese pie, pero fue casi imperceptible.

Durante el almuerzo, hablamos de mi primer cigarro. Yo era un niño muy joven y yo estaba con mis tíos y mi papá. Ellos estaban de pie fuera para fumar sus cigarros. Mi tía nunca les permitía fumar en la casa porque a ella no le gustaba el olor. Yo había estado pidiendo a mi tío que me diera un cigarro para que yo podía fumar con ellos. Inicialmente se resistió, pero finalmente me dio uno. Sospecho que yo había estado un poco persistente. Hice lo mejor que pude con el humo del cigarro, pero después de todo, la tos por tratar de inhalar el humo, me enfermó y tuve que correr a la casa a vomitar. Nadie estaba preocupado y pronto superé las náuseas, pero fue la primera y la última vez que he fumado.

También hablamos de todas las horas que iba a acompañar a él y a mi padre en el campo de golf. Yo siempre desempeñé el papel de ser su cadi. Yo les daría los palos en el club de golf que me solicitan desde el carrito de golf, pero mi pasatiempo favorito era poner las bolas en una máquina de lavado y asegurarme de que brillaron brillantemente antes de que yo se las di a mi tío y padre. Ellos me dieron propina con las galletas con chispas de chocolate que mi tía había hecho. Creo que todos lo disfrutamos.

Mi tío regresó a la conversación alrededor de la mesa y comenzó a bromear conmigo sobre mis hábitos alimenticios. Dijo que él siempre sabía donde yo había estado comiendo en la mesa, por todas las migajas de alimentos no sólo sobre el mantel en torno a mi plato, sino también en el suelo alrededor de mi silla.

Como resultado de la charla, me sentí totalmente relajado y feliz de estar allí con él. Con el tiempo, ya era hora de que nos vayamos. Le di un último abrazo y luego cuando nos íbamos por la puerta principal, dijo que iba a verme el año que viene. Fue entonces cuando sentí un dolor en mi alma. Yo sabía que nunca volvería a verlo con su vitalidad.

Él murió cuatro meses más tarde.

Escrito por: Mark F. Carter
8 de Diciembre de 2010

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