Thursday, March 24, 2011

Aprendiendo a manejar un Studebaker


Parece que todas las personas con hermanos mayores recuerdan experiencias sobre manejando con ellos.

Permítanme contar mi cuento.

Mi amiga Alice vivía una milla de mi casa y me gustaba visitarla después del día escolar. Cuando la hora de la cena se acercaba, necesitaba llamar a mi madre para solicitar un aventón. Cuando mi madre llegaba, estuve feliz de verla. Manejando a casa hablábamos sobre el día mío. Solo mi madre y yo por unos pocos minutos.

Pero como todos conocemos muchas cosas buenas vienen a un fin. Y a mi el cambio fue en forma de un Studebaker azul oscuro. Cuando mi hermano David obtuvo su licencia, recibió gratis un coche viejo de unos de nuestros vecinos. Y eso significa que mi madre no necesitaba ir a recogerme antes de cenar. Para ella fue bueno pero para mi fue el inicio de una pesadilla en curso.

Oí el rogado del motor desde varias cuadras de distancia.

Al llegar a la entrada mi hermano gritaba "date prisa". Subía al asiento y cuando cerraba la puerta sentía la sacudida del equipo cuando el coche se movía. Como un cohete echando humo nos dirigíamos a casa. Mi cabeza se quebraba de nuevo en cada señal de alto. Contaba las Avenidas:Madison, Monroe, Jefferson Una a una las avenidas de los presidentes pasaron volando y al fin llegábamos. Gracias a Dios.

Después de ese día cuando mi madre dijo que David vendría para llevarme a casa, yo tenía mucho miedo y contaba los minutos antes de que llegara.

No recuerdo, pero creo que después de unas veces, decidí jugar con amigas que vivían más cerca. Pero hasta este día puedo ver el coche y el mal de su brillante sonrisa cromo.

Escrito por:

Caterine Waltz
Estudiante avanzada
24 de marzo de 2011

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