Monday, April 7, 2008

Dos muertes - Elena Bernstein




Trabajé como camarera por solamente una noche porque al fin de la jornada, me despidieron. Lo merecí porque cuando me entrevistaron, mentí. Le dije al dueño del restaurante que tenía experiencia como camarera, pero, en realidad, esa noche fue la primera vez.

Este restaurante era muy elegante. Sirvieron principalmente pescado, incluyendo langostas que vivieron en una piscina en el medio del restaurante. Cuando un cliente ordenó uno de ellas, era mi responsabilidad agarrarla y llevarla al cliente para su aprobación. Los otros mozos me mostraron la manera correcta en la que se debió agarrarlas y llevárselas.

En los restaurantes lujosos, es importante recordar que nunca se debe servir un plato o tazón de algo, sin ponerlo encima del otro plato un poco más grande, y a veces se debe poner el segundo sobre un tercero. Esto, me enteré a través de mis errores cuando serví un tazón de arroz sin los platos debajo.

Y el vino.... Durante esa vez, no conocí mucho de vino. Ni los nombres, ni los colores, ni de qué parte de Europa provinieron. No tenía ninguna idea como presentar la botella, cómo abrirla, cómo verter un poco en la copa así que el cliente puede probarlo. Tuve que fingir, y me sentí bien incomoda sobre eso.

O, otra cosa. Durante las pausas breves, debemos estar de pie con una servilleta blanca de tela colgada del brazo y dibujar una imagen más exacta, yo llevé un uniforme negro con un delantal blanco que tuve que comprar por veinte dólares ese mismo día.

Toda la noche, los compañeros siguieron tratando de ayudarme con información sobre esto y eso. Creo que aprender a ser camarera durante una noche y para estar segura, es casi imposible, y cuando fui a hablar con el dueño para cobrar mi sueldo, él me dijo que no podría seguir trabajando en ese restaurante. Pienso que él me dio diez dólares de compasión.

Esa noche fue un desastre, teniendo en cuenta la vergüenza del despedido y mientras, yo estuve involucrada en una relación horrible con un, así llamado, novio. El siempre era infeliz y finalmente, después de muchos planes y pensamientos él decidió que el único lugar en el mundo en el que podría estar contento, era Chile, durante el tiempo de Salvador Allende. (y al respecto al buen mando de Allende, eso era lo único en lo que estábamos de acuerdo). Verdaderamente, yo quería que él se fuera, donde no fuera importante para mi. Nos costó mucho hacer los planes para su salida.

Luego, esa noche, después de una experiencia horrible en el restaurante, regresé al apartamento, deprimida, pensando que, por lo menos, él iba a salir por la mañana para Chile.

Pero, cuando nos despertamos, nos enteramos que Allende había sido asesinado y nos pareció que el gobierno de los Estados Unidos estaba implicado.

Esa mañana fue una de la más triste de mi vida en dos maneras: personalmente y políticamente.

Elena Bernstein
7 de abril de 2008

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